Mi experiencia en la Subida a Moya
No lo tenía previsto, pero el amigo Javier me llamó dos
semanas antes de la Subida a Moya y me dijo; “por qué no corremos la Subida a
Moya” y claro, yo esa noche empecé a darle vueltas a la cabeza y me costó muy
poco tiempo decidirme, al día siguiente ya había pedido la licencia federativa.
Una cosa es decir que sí y la otra son los preparativos, lo
primero era buscar neumáticos y lo solucioné con el amigo Tato Suárez, con dos
Toyo R888 retallados para agua (nos vinieron perfecto) y otros dos con algo de
vida que tenía.
En cuanto a la parte mecánica, pocas cositas, un cambio en
los silent block del tren delantero y un trabajo fino de Javier con la
dirección que la hizo un poco más rápida.
Los reconocimientos
Debido al poco tiempo disponible yo no pude entrenar de
verdad la prueba, sólo le di cuatro pasadas para recordar el trazado, sin
medir, ni calibrar, ni tomar referencias.
Otra vez tengo que seguir dando las gracias a mi copiloto
Javier Gallo, que embarcaba a su piloto en el pasado Rally de Teror, Alby
Santana, para que utilizando el coche de Alby calibrar, medir y tomar referencias,
para intentar hacerlo lo mejor posible. Gracias, gracias y gracias.
Método Manzano
En mis competiciones (pocas) de Regularidad y Regularidad
Sport, siempre había utilizado diferentes tipos de sistemas de medición, como
biciclometros, pirámide y Laser 3, incluso un replicador de la señal del Laser
para verla yo detrás del volante. Pero estudiando los diferentes métodos que
utilizan los mejores de Regularidad Sport, decidimos, más bien Javier decidió, utilizar
el método de Alexis Manzano, que me permitiréis no explicarla en su extensión.
¡Que invento! Funciona de maravilla.
La carrera
Parecía que todo estaba listo, aunque faltaba lo más
difícil, la carrera. Aquí había que tener varias cosas en cuenta, lo primero y
siendo sincero la Subida a Moya “no” es uno de mis trazados favoritos, más bien
lo contrario. Lo segundo era ese sistema nuevo, que ni siquiera habíamos entrenado.
Y lo tercero, era la incógnita de estrenar copiloto, que aunque ya nos conocíamos,
no habíamos sufrido juntos en un coche en competición.
Todos estos puntos se vieron resueltos rápidamente de manera
satisfactoria, pero debo decir que la culpa de no haber hecho un buen
resultado, perdón un mejor resultado en la manga de entrenamiento (5º de la
general con 21,1 puntos de penalización) y en la primera oficial (5º de la
general con 21,5 puntos de penalización) fue todo mío, simple y llanamente, no
escuchaba al copiloto, lo oía perfectamente pero no le hacía mucho caso. Mis
ganas de competición no me dejaban escuchar las indicaciones de Javier y todo
el trabajo se estaba yendo al garete.
En la última manga, la definitiva si queríamos hacer algo,
hice un ejercicio de mentalización y cambié el chip por el de regularidad, que
es mucho más suave con el acelerador y funcionó. Bajamos la penalización hasta
los 8.3 puntos, e incluso en los cuatro primeros controles (habían seis) íbamos
primeros, pero en los dos siguientes se esfumaron las posibilidades de marcar
menos penalización. La clasificación fue un cuarto puesto, en la competición
más apretada y reñida de la historia de la RS, donde en 2,1 puntos se metían cinco
equipos.
Balance final
A mitad de la prueba las sensaciones eran buenas pero el ánimo
no estaba muy alto, aunque cuando sabes cuáles son tus errores y los corriges
con éxito, la satisfacción es increíble y se nota en la foto que acompaña este artículo.
Tanto Javier como yo salimos de Moya con una amplia sonrisa, dado que el coche
funcionaba, el equipo funciona y el método utilizado fue un éxito, ¿qué más se
puede pedir? Lo sé, repetirlo. Prometemos volver a intentarlo para el Rally de
Maspalomas.
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