martes, 18 de agosto de 2009

Un día en las carreras

“Me gustó y quiero más”

Estas líneas las escribí hace mucho tiempo y nunca habían visto la luz hasta hoy. En estos días de vacaciones y rebuscando otras informaciones en el disco duro, me encontré con este artículo sobre mi primera experiencia tras el volante de un vehículo de competición en una prueba oficial. Y sin ningún cambio la publico hoy en mi blog, espero que os guste.

Hay una fecha en mi vida que no podré olvidar, con permiso claro está de mi mujer y mis hijos, esta es cuando me estrené “oficialmente” en una competición automovilística, o lo que es lo mismo, ponerme un mono, casco y guantes, acomodarme en un asiento baquet y coger con fuerza el volante de un BMW M3 en una prueba del Campeonato de Circuito de Asfalto de Las Palmas de 2004, así fue la historia.

No quiero que parezca pretencioso y que utilizo la posibilidad que tengo en los medios de comunicación para contar mi experiencia, pero sinceramente creo que es la misma que muchísimos pilotos han tenido en sus comienzos, por eso he querido plasmar en esta líneas mi primera toma de contacto con la competición.

Pero vamos a empezar por el principio, que si no me lío. Todo empezó hace muchos años cuando jugaba con los cochitos de Machtbox en cualquier lugar donde pudiera encontrar algo parecido a un garaje, bueno me da la sensación que me he ido demasiado atrás. Empezamos de nuevo, corría el año ….. cuando me inicié en esto del periodismo del motor y desde ese momento pensé; “seguro que algún día voy a poder participar en una prueba” era lo que yo quería y deseaba, pero la realidad me puso rápidamente en su sitio, no es tan fácil, se tiene que dar muchos factores para ello.
En este mundillo haces amigos y enemigos, ambos de los de verdad y como de los segundos no me gusta hablar lo haré de los primeros. Gracias a ellos pude realizar ese sueño de poder competir. Los culpables, como diría mi mujer, fueron Víctor Mendoza y Pedro Moreno, el primero de ellos dueño del precioso BMM M3 (mi cómplice) con el que participé y el segundo es el que puso toda la infraestructura necesaria para la asistencia en carrera. Todo esto se me ofreció desinteresadamente (estos son amigos) y primero en plan broma, pero conforme se acercaba el día de la competición se fue haciendo realidad de una manera que yo no me podía creer. Que alguien me ofreciera su coche para que yo pudiera hacer realidad ese deseo tanto tiempo anhelado, me parecía de película (estas cosas sólo pasan una vez)
Conozco perfectamente las penurias por las que pasan los pilotos, con hipotecas sobre sus bienes, gastando hasta el último euro en su afición y sobre todo sacrificando a la familia por un deporte muchas veces ingrato.

Los preparativos
Ya tenía coche y asistencia aseguradas (lo más difícil), pero todavía me faltaban muchas cosas y de vital importancia. Lo primero era sacar la licencia federativa que te permite participar en competiciones automovilistas oficiales, ese trámite es relativamente fácil; unas fotos, un certificado médico e ingresar “y pico euros” en la cuenta de la Real Federación Española de Automovilismo. El siguiente paso era inscribirse en la prueba, donde la Escudería Telde me abrió las puertas y fui como piloto invitado y una rebaja en el importe de la inscripción.
Como no disponía del equipamiento de competición necesario para competir, tuve que echar mano de los amigos también y gracias Teo Vega pude disponer de un mono ignifugo (el suyo propio) mi amigo Pedro me regalaba sus guantes y utilizaba un casco de mi propiedad.
La logística para el coche fue otro de los puntos clave, porque para hacer mover al BMW M3 hacen falta neumáticos y gasolina, lo primero se solucionó con la aparición de unos neumáticos usados (los había utilizado Oliver Rodríguez en su Seat Córdoba WRC) y lo segundo en la primera gasolinera que encontramos.

Un día en las carreras
Ya en materia, lo primero eran los entrenamientos libres, en donde conocía el coche en su terreno (ya lo había probado unos kilómetros en un tramo de rallys) Este coche había sido de Juan González cuando comenzaba en esto de los circuitos, es aquel famoso M3 con matrícula de Zaragoza y su tarjeta de visita eran más o menos 240 CV y suspensión de Rallys (ya empezábamos mal) En esa primera de contacto (en la que fui el primero en salir a pista y el último en entrar) me día el susto del día, ya que en una curva de derechas y tercera velocidad, se me ocurrió la brillante idea de entrar en cuarta para “probar”. Menudo trompo a 100 km/h me rasqué, menos mal que no me salí del asfalto y lo más importante con el coche intacto.
Aprendiendo en cada vuelta, llegaban los entrenamientos cronometrados en donde esperaba poder entrar entre los diez primeros, que era mis aspiraciones después de ver la lista de inscritos con veinticuatro coches en parrilla. Con un tiempo de 2:04.073 (conseguido en la última vuelta) a ocho décimas del siguiente, mi posición en la parrilla fue la undécima plaza, la cosa empezaba como estaba previsto.
La competición estaba dividía en dos mangas que contaba por separado, aunque yo había renunciado a los puntos dado que sólo iba a participar en esta carrera.
Retomando la competición, en esta primera manga debía de tomar muchas precauciones, primero para no molestar a los demás pilotos y lo más importante devolver el coche completamente entero a su dueño. Con la primera vuelta finalizada, ya estaba en la décima posición, pero en la segunda volvía a undécima y en la tercera volvía a la décima “menudos nervios” estaba haciendo realidad mi sueño, no me lo podía creer.
Con muchas ganas y un mejor tiempo en carrera de 2:02.431 al final me metía en la octava plaza de la general.

Repetimos
Con sólo un cambio de camiseta interior (la camiseta salía completamente empapada) me situé en la octava plaza de la parrilla de salida, con más presión si cabe ya que el nivel seguía subiendo entre mis competidores.
El M3 rojo se estaba comportando de manera impresionante y en mi equipo me avisaba que montaban en el tren delantero los neumáticos menos usados que teníamos. En la salida perdía una posición pero al paso por la primera vuelta la había recuperado, era octavo. Así hasta la vuelta cuatro, en donde ganaba otra plaza (ya era séptimo) y ya había logrado detener el crono en un tiempo de 2:01.971. En ese momento, empecé a aprovechar el potencial del coche y neumáticos hasta donde podía mi nivel y mi miedo a romper el coche podía.
A una vuelta del final (que corto se me hizo) lograba entrar entre los seis primeros de la clasificación y a esas alturas ya había conseguido un mejor tiempo de 2:00.630, muchísimo mejor de lo esperado.

Reflección
Cuando estoy terminando este comentario, sólo tengo en la cabeza la palabra agradecimiento, a Víctor Mendoza y Pedro Moreno, esos dos amigos que hicieron posible que yo (un humilde mortal) pudiera hacer realidad su sueño. Gracias, Gracias y Gracias.












Ahhh y saben qué, me gustó y quiero más.
























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